Por María Carolina Araújo Reinemer
Mi habitación, un espacio íntimo. Mi cama. Amplia y suave. En las noches que me acuesto pareciera que las sábanas me atrapan sumergiéndome en un gran sueño. Dentro de ella, se encuentra “Mañe” un miquito de color rojo, largo y peludo. Me acompaña todas las noches como si me protegiera; sus manos son tan largas y mi cuello tan delgado que me alcanza a abrazar y a rodear toda mi espalda. A veces, entro a mi cuarto y lo encuentro organizado por una mano mágica. Aunque en ocasiones me molesto porque prefiero que no esté de esa forma. Me gusta pensar que el cuarto tiene vida, con mis libros, ropa y mis cuadernos de la universidad en la cama. Como si me hablarán, intentando decirme algo. Cuando observo ese panorama, inmediatamente dirijo la vista hacia el corcho de la pared. Por si tengo algo importante que hacer. Un tanto pequeño para todo lo que pongo en él. Está organizado por días y las múltiples cosas que tengo que realizar durante la semana. Pero un objeto colgado en él sobresale. La boleta del concierto de Britney Spears que es hasta noviembre. Atesorada como una reliquia. Me recuerda que cuando era más pequeña. Desde los 10 hasta los 14 años me decían la hermana de Brit. Pues aún me sé las coreografías de “oops i did it again”, “stronger” y “i’m slave for you”. Siempre tenía ocasiones para presentarlas. En el corcho también está colgada una bolsa llena de sharpies de todos los colores. El negro lo utilizo para escribir los trabajos en los post its, el verde para subrayar lo realizado, el rojo para lo importante o difícil, y los demás casi nunca los utilizo. Aunque debajo de él guardo 18 fotos, cada una con personas diferentes que de alguna forma significan una parte importante en mi vida.
Al frente de mi cama. Justo en la posición perfecta para mi vista se encuentra mi televisor. Elemento que juega un papel crucial dentro de mi ritual íntimo. Pues como buena representante de la sociedad moderna soy adicta a éste. Generalmente dentro de mi espacio libre podrán saber que estaré viendo Criminal Minds, Modern Family, True Blood, Vampire Diaries, The Simpsons, Keeping up with the Kardashians o sino algún partido del FC Barcelona. Que por cierto, mi mamá no entra a mi cuarto si estoy viendo al Barca jugar, pues dice que me convierto en mi versión endemoniada. Mis amigas por el contrario me dicen que puedo llegar a ser un niño por la importancia que le doy; y mis amigos, “la más ardida de todas”.
En las dos mesas que tengo en el cuarto, cada una tiene dos cajones, que siempre permanecen desordenados, irónicamente por culpa de esa mano mágica, que cuando todo lo que ve encima de la cama lo mete en esos lugares. Cuando los organizo, una o dos veces al mes, para mí es todo un ritual. La mesa que se encuentra al lado de mi cama, casi siempre tiene mis dos computadores portátiles. Uno que parece ya estar en sus últimos meses por lo desgastado que está; y otro que es el objeto más reciente de mi cuarto, pequeño y rosado. A esta mesa le corresponde guardar mis artículos personales de belleza: cremas, esmaltes, bloqueadores, bronceadores, ganchos y aretes. También tengo en ese espacio un botiquín, con Dolex, Calmidol, Buscapina, Eucedrin Excedrin migraine y alcohol. Todo esto en la gaveta de arriba. En cambio, a la de abajo le corresponde todas las cosas relacionadas con la universidad: lápices, lapiceros, borradores, portaminas, post its, hojas, los ganchos para colocar en el corcho que no recuerdo cómo se llaman y los clips. En la otra mesa, en el otro rincón del cuarto ocupan ambos cajones todo tipo de elementos electrónicos. En su mayoría cargadores de los celulares que he perdido, Samsung, Nokia, BlackBerry y Iphone, múltiples de cada uno. Mi papá dice que no cuido nada, pero generalmente soy una más de las víctimas de robo en la ciudad de Bogotá, sólo en tres ocasiones se me han dañado por simple descuido (las panelas lógicamente fueron las afectadas).
Mi closet, un lugar extraño para muchos, sobre todo para mí mamá que le da miedo dirigirse a él. No es exageración. Recuerdo la vez que le cayó una pila de libros encima. Salió corriendo del lugar. Ahora manda siempre a alguien cuando no estoy en la casa porque odia el desorden. De un lado, en el extremo izquierdo superior, se encuentran un montón de carpetas de los semestres pasados, de gran utilidad para mis amigos de semestres anteriores. Luego se observa una fila de libros, de forma desorganizada claro está. Se encuentran los que últimamente he leído, los de literatura más “light” como los cuatro libros de Stephenie Meyer, Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer. Los siguen otros como Cien años de soledad, que aún recuerdo la primera vez que me lo leí. Fue cuando estudiaba todavía en el colegio, recuerdo estar tan enojada con la profesora por hacérnoslo leer tan rápido siendo tan interesante; hace unos pocos meses decidí volverlo a leer por placer. También está La metamorfosis, Objetivo 4, El palestino (el cual empecé y nunca terminé). Y otros cuantos en la parte de atrás revueltos con sábanas y más carpetas de la universidad. En mi closet hay dos partes para colgar la ropa, una a la izquierda en donde generalmente están las chaquetas que más utilizo, casi todas de color beige o negro. En la parte de abajo de ese extremo están los zapatos diarios, tenis, baletas, pantuflas y botas; de ese lado no guardo ni unos tacones, todo por cuestión de práctica al buscar las cosas. Algunos podrían, mejor dicho, algunos me dicen maniática por ello. Del otro lado, en cambio. Guardo mis vestidos y blusas con los que salgo de noche. Increíblemente de ese lado también se encuentra mi camiseta de Alemania y una del FC Barcelona. Por lo tanto, en la parte de abajo se puede observar una mezcla particular que en mi perspectiva define bastante lo que soy. Guayos y tacones. En la mitad del closet hay más ropa diaria y pijamas, casi todas camisas de modelos y desfiles. Por último en la parte de abajo, están las delicadas prendas íntimas. Las cuales tienen gran importancia en mí. Mi abuela solía siempre decir que eso define quién eres apasionado, meticuloso, serio, introvertido o controvertido. Pues al parecer quedé trastornada con esa idea, que se convirtió en una fijación intima.
Ubicándome en un rincón del cuarto, para saber en conjunto qué significa. La mejor manera de definirlo sería tranquilidad, ser quien soy. Un espacio único en el mundo. Me define en muchos aspectos específicos. Si una persona lo mirase de esta forma genérica no se daría cuenta de lo que veo o siento. Cada objeto. Cada elemento que conforma este lugar íntimo soy yo, soy yo en la forma más profunda de mi ser. Expresado en elementos materiales. Los objetos de mi habitación.