María Carolina Araújo
Estudiante de comunicación social y periodismo
Universidad de la Sabana
Quinto semestre

jueves, 22 de septiembre de 2011

Periodista empírico vs. Periodista profesional: Apariencias del periodismo.

 A propósito del artículo “sobre algunas mentiras del periodismo de leila Guerrero”. 



En el mundo de la comunicación, especialmente en el del periodismo, siempre hay tensiones en el aire basados en los siguientes cuestionamientos y en algunos otros. ¿Quiénes son mejores? ¿Los que han estudiado periodismo o los que lo aprendieron por la experiencia? ¿Quiénes deben trabajar en los medios? ¿Quiénes tienen un mayor criterio? O ¿Quiénes generan más opinión? La respuesta no la sé. Pero puedo hablar de ciertas reflexiones relacionadas con el tema.

Es cierto que el desafío es grande. No es fácil competir en un medio en donde no se exige una profesión. Ésta se reconoce como un oficio que es derecho de todos los ciudadanos según la Constitución Política de Colombia. Pero ese hecho también es un desafío. Es un desafío para todos los que la estudiamos de demostrar que esos años dentro de una universidad sirvieron de algo. Que no es sólo un título, sino que es un conjunto de responsabilidades no sólo hacia nosotros mismos sino hacia la sociedad.

Es cierto, no les diré mentiras, para ser periodista no se necesita haber estudiado en alguna universidad o colegio que enseñen las teorías de la comunicación, los principios básicos de los medios o las formas de redacción. Todos esos conocimientos se pueden ir aprendiendo dentro del mismo campo laboral. Hay que entender que éste “oficio” es más de pasión y talento que de aplicación.

 “Yo soy periodista, pero no sé nada de periodismo” de autoría de Leila Guerrero que escribe dentro del Malpensante. Tengo que decir que es una de las frases más acertadas que he leído teniendo en cuenta que muy pocos saben realmente qué es el periodismo en su totalidad o cuáles son todos sus fundamentos. Ese montón de reglas que uno se termina aprendiendo de memoria, cómo hacer esto o lo otro, sólo sirven para crear un criterio sobre los medios masivos. Terminas diciéndote a ti mismo, se equivocaron con eso, o tal vez debieron haber hecho aquello. La verdad es que a la hora de escribir esos estilos o tendencias que aprendiste sólo se quedan en eso. Pues cada uno termina elaborando su propio estilo a la hora de elaborar sus textos. Por ejemplo Leila que admite nunca haber estudiado nada al respecto “…no pisé jamás un instituto, escuela, taller, curso, seminario o postgrado que tenga que ver con el tema…”. Y, personalmente, pienso que su estilo es fantástico.

“…En todo caso, una cosa sí sé, y es que la universidad no salva a ningún periodista del peor de los pecados: cometer textos aburridos, monótonos, sin climas ni matices, limitarse a ser un periodista preciso y serio…” Es cierto lo que afirma Guerrero, puesto que todos somos humanos que simplemente estamos (lamentablemente) ejerciendo un oficio. Algo que debo admitir que me llena de tristeza. Pero debo decir que la universidad sí nos da los fundamentos, entender el por qué estamos haciendo esto y sobretodo entender que las palabras son un poder y una responsabilidad social grande. Nos educan y nos enseñan sobre lo qué no se debe hacer y sobre esos errores de los que habla Leila Guerreo. Lo importante es que nosotros lo entendamos. Cada uno de los periodistas. El conocimiento siempre está allí, sólo hay que buscarlo y no sólo aprenderlo sino comprenderlo. Como verán no estoy diciendo cuál periodista es mejor. Lo que sí puedo decir es que el aprendizaje se da de diferentes formas, lo importante es saber qué hacer con eso. Ya sea por medio de una universidad o por medio de la experiencia. La responsabilidad que tienen absolutamente todos los periodistas empíricos o profesionales es ofrecerle a su audiencia, información que los haga ciudadanos activos y partícipes de la sociedad.

Otro tema que está en el aire  que también es mentira, es que los periodistas informan bajo su criterio propio. No es algo que la gente no sepa. Todo el mundo sabe que los medios audiovisuales se tomaron  la información como un producto comercial. Los mismos dueños de estos canales de comunicación son empresarios y no periodistas. ¿Qué clase de criterio se le puede exigir a una persona dedicada a los negocios? Pues precisamente que la información venda más no eduque. Entonces qué se considera mala noticia. “Las malas noticias empiezan a la hora de revisar las ventas” afirma Leila. Y está en lo cierto.

Ahora los medios impresos, la prensa escrita han sufrido al respecto. ¿Por qué ahora hay tanto espacio dedicado a las fotos y no al texto? Porque a la gente ya no le gusta leer. ¿Por qué seguimos mal acostumbrando a nuestros lectores? Es la hora de que empiecen a despertarse, no dejar que los medios piensen en nosotros como personas pasivas, sino que le metan conocimiento a las noticias, a las crónicas o reportajes. Hablando no sólo como periodista sino como ciudadana me gustaría ver más elaboración dentro de lo que veo, escucho o leo.

Estas son algunas de las apariencias del periodismo. Algunas mentiras que nos decimos algunos y la verdad sobre la información que les estamos brindando. Lo bueno que surge de esto es el entendimiento que espero lograr en quienes lean esto. Para que luego no teman en exigir calidad en la información y que todos aquellos que se hacen llamar periodistas entiendan sus responsabilidades. 

martes, 13 de septiembre de 2011

La liberación de la ira y otros sentimientos

Por María Carolina Araújo Reinemer

 “Llégate a la casa, parchamos un rato y luego vamos al concierto” dijo Samuel. Llegué a su conjunto y me dirigí a su casa. Mientras caminaba, había un montón de colores que se encontraban en el fondo, verdes, rojos y amarillos. Se trataba del color del pelo de los amigos de Samuel y de sus jeans teñidos. Saludé y nos fuimos. Nos montamos en un bus. Llegamos al barrio Cedritos y pasamos por un CAI que se encontraba en toda la 19. Una cuadra después nos bajamos y  Carlos dijo “putos tombos malparidos”. Llegamos al lugar y el hombre que se encontraba en la entrada me miró con rareza. Con rabia. Samuel le dijo que iba con él y frunciendo el ceño me dejó pasar.

“Llegamos al concierto de punk por la tolerancia”. El espacio era amplio. Veía la división de la casa de forma muy clara. Al frente mío había un pastillo largo de paredes blancas. Al fondo estaban unas personas que fumaban marihuana. Una pareja peculiar. El hombre con los ojos idos y chiquitos, fumaba lentamente. La mujer. Con los labios abiertos y la frente arrugaba le decía algo gritándole fuertemente. Pero sólo era eso. El volumen de la música era tan alto que no se podía (aunque hubiese querido) escuchar lo que ella le decía. A la izquierda por una entrada sin puerta estaba “el concierto”. En la tarima había una banda.  5 personas. El vocalista, alto y flaco. Inclinaba su cabeza y pateaba haciendo ritmo con cada compás de la canción. Los instrumentos sonaban tan fuerte que no se  podía escuchar bien la letra, ni su “melodía” pues aunque ésta evidentemente no se cantaba porque sólo se veía al hombre gritar, parecía tener un ritmo. El bajista y el guitarrista principal siempre se acercaban mirándose. Ambos con el pelo largo hasta los hombros y la misma estatura, bailaban de un lado al otro moviendo los pies, acariciaban los instrumentos. El que tocaba la segunda guitarra se acercaba constantemente al público, sobre todo cuando sonaba el coro que emocionaba a todos. Pateaba y movía la guitarra con gran exageración de un lado al otro. Frente a ellos, había un gran espacio, en donde muchos entraban a “poguear”. Se intensificaba en las partes instrumentalmente aceleradas. Cuando “bailaban” los rostros de estas personas formaban tantas expresiones como si cogiesen toda la fuerza interna que tenían para soltarla con puños y patadas. Decidí meterme para sentir la sensación. Había ritmo. Había música. Había rabia. Samuel, se dio cuenta que me metí y me saco diciendo “te han podido partir la nariz”. No pude evitar soltar una carcajada. Pues desde que lo conozco él siempre iba a ese tipo de conciertos y hacía esa clase de bailes.
Se nos acercó otro hombre. Gordo y bajito. Diciendo que había un problema en la entrada. Intente salir con él para ver lo que estaba sucediendo. Pero no me dejó. Me quedé en la entrada. Veía unos señores gorilas. La mayoría tenían las cabezas rapadas y bates en la mano. Se trataba de Skin Heads. Empezaron a llamar a todos los de adentro y sentí a unos hombres que me empujaron para salir. Samuel volvió y le pregunté qué pasaba. Al parecer los Skin tenían un problema con una banda. Los punkeros empezaron a gritarles que se fueran, que si no lo hacían los cogían entre todos. Éstos se fueron, pues igual eran minoría y no podían hacer nada. Todos entraron y el concierto siguió.

Unas mujeres se me acercaron, estaban detrás de mí, una me empujó hacía el pogo y las demás se metieron a hacer el baile. Intente seguirlo. Pero evidentemente no sabía lo que hacía.  Sentí varios golpes y empujones. Entendí.  Aunque me había puesto jean, converse y un saco. Yo sabía que era un florero en aquel lugar. Para mí ese día en el concierto había acabado. Me salí del baile y me sentí contagiada por esa ira del lugar. Ellos realmente representaban lo que era ese estilo de música. El punk.  

Del rechazo al Rock complejo al nacimiento del Punk

Por María Carolina Araújo Reinemer


El punk nació como una respuesta al rock complejo que se daba en la década de los 70. En donde se creía que sólo unos pocos virtuosos podían ser capaces de tocar este tipo de música. Lo que se quiso con este nuevo género era devolverle el rock a la gente. De aquel intento, surgió un nuevo estilo musical, el punk. Con una clase instrumental y vocal minimalista y monótona. Que tuvo gran auge en dos principales ciudades que lo acogieron en su cuna. Nueva York y Londres.
Mientras se iba dando una revolución musical, a la vez ésta se acompañó por una revolución ideológica en el pensamiento. Acompañado con el rechazo a la discriminación, una lucha constante contra las repercusiones sociales pero sobre todo busca liberarse de la estética y la opresión.
Las bandas consideradas padrinos de este género son: The Clash, Sex Pistols y The Ramones. Los Ramones fue una banda que surgió en New York en 1974 como uno de los principales pioneros del Punk Rock, sus discos se basaban en sus gustos y críticas, rompiendo todos los requisitos de las disqueras del momento, pues ellos decían que no necesitaban el respaldo de ellas para poder hacer música. De allí se evidencia la calidad de las grabaciones y los ritmos simplistas y minimalistas. “We're the only band that kept the guts, and kept the excitement, and kept the belief, you know. We never sidetracked. We never went the way of the Clash, and never wanted to get into the discotheques that bad.” Joey Ramone.
En el otro lado del mundo. En Londres surgió otra banda en 1975 llamada Sex Pistols. Quienes comenzaron al igual que The Ramons como una crítica musical y luego surgiendo o utilizando este medio como herramienta para hacerle una fuerte cr´tica a un gobierno de mentalidad cerrada. Reclamando de esta forma un pensamiento libre e individualista “You just pick a chord, go twang, and you’ve got music”. Sid Vicious. 
Al año (1976) surgió  The Clash. Formada por su guitarrista Mick Jones. En donde a diferencia de Ramones incorporaban otros estilos como el Reggae, Jazz, Rock y el Ska. Creando una música más elaborada que la que se estaba realizando en New York. Sus composiciones estaban llenas de mensajes e intenciones políticas.
Una década después, el punk llegó a Latinoamérica con el Rock en español en Argentina. En Colombia se crearon bandas como La Pestilencia, Ira, Odio a Botero, entre otras bandas que han surgido con ese mismo sentimiento de revolución y liberación. Creando así no sólo un nuevo estilo musical dentro de una tierra llena de tanto folclor, sino un estilo de vida completamente diferente. En donde las mujeres rechazan la estética femenina y los hombres se visten de forma alternativa y “anti-moda” que paradójicamente crearon una. Con sus conciertos o toques llenos de letras que expresan sus sentimientos de opresión y con su baile o pogo que los libera sintiendo realmente la música y toda la expresión de ésta.